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¿Puede la Inteligencia Artificial parecernos emocional y sensible?

La revolución del comportamiento en la economía fue provocada por una pregunta simple e inquietante: ¿y si las personas no actúan racionalmente? Esta misma pregunta ahora desconcierta al campo de la tecnología. La clave para obtener mejores resultados es aumentar el coeficiente emocional de la IA (Inteligencia Artificial), es decir su EQ. ¿Cómo? Entrenando algoritmos para imitar la forma en que las personas se comportan en relaciones constructivas.


Ya sea que nos guste o no admitirlo, construimos relaciones con las aplicaciones. Y las aplicaciones, como las personas, pueden provocarnos comportamientos tanto positivos como negativos. Cuando las personas con EQ alto interactúan con nosotros, aprenden nuestros patrones, se identifican con nuestras motivaciones y evalúan cuidadosamente sus respuestas. Deciden ignorar, desafiar o alentarnos según cómo anticipen que reaccionaremos. La Inteligencia Artificial puede ser entrenada para hacer lo mismo. ¿Por qué? Porque los comportamientos son más predecibles de lo que nos gusta pensar. Si bien aún es muy temprano, los campos de la ciencia del comportamiento y el aprendizaje automático ya ofrecen algunas técnicas prometedoras para crear una IA de mayor EQ y ya hay organizaciones poniéndolas en práctica para producir mejores resultados.




¿Cómo?


1.- Observando cambios de patrón

2.- Fomentando la autoconciencia con puntos de referencia

3.- Usando la teoría de juegos para aceptar o desafiar conclusiones.

4.- Eligiendo el momento adecuado para la visión y la acción.








¿Podría la IA de mayor EQ ayudar a traer mejor convivencia en Internet?


Se pueden desarrollar algoritmos basado en distinguir "entre lo que uno siente y lo que se espera que diga". Esto podría lograr abordar o predecir la tendencias de las personas a decir y hacer cosas bajo la influencia de las masas (incluso si son virtuales) que de otro modo dudarían en hacer. El algoritmo podría detectar publicaciones engañosas o crueles y podría ser estimulado a reconsiderar su lenguaje. Un algoritmo de sintonización podría ayudar a los equipos de ventas a saber qué tipo de decisiones necesitan más tiempo de reflexión y determinar en qué horarios las personas están más dispuestas a reflexionar.



Fuente: Harvard Business Review

Comunicaciones GlobalData 2019
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